jueves, 6 de marzo de 2008


Últimamente he tenido una impresión, no muy extraña ni muy curiosa, pero sí muy clara, de que nuestra razón de poco nos sirve. Quiero decir que cuando tomamos decisiones tras reflexionar, cuando queremos decidirnos por algo, o decidir qué hacer, se nos pasa por alto que quien decide es el sentimiento, nuestras propias sensaciones (físicas).
Cuando estamos enfadados, no perdonamos a este. Cuando estamos a gusto, porque nuestr@ novi@ nos tiene felices, perdonamos a todo el mundo, las cosas no parecen tan malas. Cuando tomamos café en demasía, el mundo nos parece una amenaza, y un simple bocinazo nos hace brincar de sobresalto, un grito nos hace sentir agredidos, una mirada nos parece amenazante, un saludo nos parece un adiós, un adiós nos parece un hasta nunca, y nunca se convierte en nuestra percepción negativa de nuestras esperanzas.
Tengo un amigo que toma un antidepresivo. Muchas veces se le olvida tomárselo. Es entonces cuando noto que sus decisiones dependen de su estado físico. Hoy está amable conmigo, es muy generoso, está de buen humor, me paga la merienda en el bar. Mañana está desconsiderado conmigo, es egoísta, está irritable y grosero, pago yo la merienda en el bar. Y entonces pienso que una simple pastilla condiciona las acciones de una persona, y me deprimo, porque vamos de primos por la vida creyéndonos inteligentes sin motivo ni razón. Y así estamos; el mundo avanza por un camino cuando nuestro cuerpo se siente bien, y por otro cuando no. Así que procurar el bienestar físico no es nada malo, porque es lo que dirige el mundo. Ni el petróleo, ni el dinero, ni los estados dirigen el mundo. El mundo lo dirige nuestro cuerpo físico. El cerebro, por lo visto, decide poco o nada, más bien organiza. Ahora os dejo, porque voy a tomarme un cortado, ya que empiezo a notar que el artículo está saliendo diferente a como lo decidí al principio, seguramente porque mi tensión arterial está un poco baja ahora. Si es que hasta lo que escriben los escritores depende de cómo tengan el cuerpo y no tanto de sus hábiles intelectos. VALE.

No hay comentarios:

Publicar un comentario