viernes, 21 de marzo de 2008

Mi abuelo



Cuando yo era un niño, una de las primeras casas construidas en mi barrio fue la nuestra; solitaria y rodeada de pequeñas lomas que, además de tabaibas y aulagas, estaban habitadas por innumerable cantidad de ratoncillos y lagartos, y algunas ratas; más ratotas que ratitas.
Con nosotros (mis padres y seis hijos) vivía mi abuelo, abuelillo más bien, desde que enviudó. Era mi abuelo chico, chico, pero grande en farruquería, y siempre que uno de esos ratoncitos osaba profanar la cocina de mi madre (siguiendo a su nariz, pues los guisos estupendos de mi madre se extendían más que el aullido del lobo por los contornos), mi abuelo perdía el culo corriendo dispuesto a "hacerle frente " a esa fiera que aterrorizaba a mi madre.
Demostrando su "valor", se armaba de su bastón como espada, una silla como escudo, aunque ésta más bien la utilizaba para subirse a ella, y una negra bolsa de basura que colocaba estratégicamente, abierta, mientras hurgaba con el bastón hasta que el roedor se metía dentro, dando lugar a que el perqueño "valiente"diera saltos y grititos nerviosos mientras intentaba cerrar la bolsa con el bastón, lo que provocaba en todos los niños las risas, pero aumentaba el miedo en mi madre.

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